Matti Juhani Saari, el estudiante de 22 años que ayer desató un baño de Sangre en un instituto superior de Kauhajoki (Finlandia), mató, además de a nueve de sus compañeros, a un profesor que le iba a tomar un examen, informaron medios locales.
Los cuerpos de las víctimas de Juhani Saari han sido trasladados hasta la capital de Finlandia, Helsinki, para su identificación mediante pruebas de ADN, ya que el asesino prendió fuego a los cadáveres y están calcinados. Por el momento, solo se sabe que los fallecidos son ocho chicas, un chico y un profesor de la escuela de formación profesional donde se produjo la masacre.
“Por ahora recogemos las huellas digitales y muestras de ADN que puedan ser útiles a los forenses de medicina legal, pues los cuerpos no han sido identificados debido a la gravedad de sus quemaduras”, dijo el jefe de la investigación, el comisario Jari Neulaniemi, en una rueda de prensa en la pequeña ciudad finlandesa.
Según Neulaniemi, los familiares de las víctimas han sido informadas, pero la entrega de los cuerpos no podrá realizarse antes del fin se semana.
Las víctimas son ocho chicas, un chico y el profesor que custodiaba el examen de Actividades Empresariales, al cual el pistolero Matti Juhani Saari debería haber acudido.
“Esa es una investigación al margen de la nuestra y que lleva a cabo el Ministerio de Justicia”, respondió Neulaniemial ser consultado por periodistas respecto de los motivos por los que la Policía no requisó el arma durante el interrogatorio al asesino la víspera de la matanza.
Finlandia amaneció con su bandera a media asta en señal de duelo, y las muestras de consternación son múltiples.
De otro lado, el Instituto de Seguridad Social, junto con la Universidad de Helsinki, han publicado hoy una investigación que asegura que el 15% de los chicos de 15 a 22 años padecen problemas psíquicos que no siempre encuentran los canales adecuados para su medicación.
“Los transtornos más comunes son la depresión y el sentido de abandono. En muchos casos estos síntomas se canalizan hacia la violencia. Estamos demasiado preocupados en exigirles a nuestros jóvenes metas que no siempre están de acuerdo con sus personalidades”, dice Salli Saari, del Instituto de Seguridad Social.