La reciente decisión de Colombia de adquirir 17 aviones de combate Gripen de la compañía sueca Saab, por más de 4.300 millones de dólares, ha vuelto a colocar en la agenda el rumbo de las inversiones militares en América Latina. Aunque la operación generó debates internos y acusaciones políticas, especialistas en defensa indican que esta adquisición responde a un proceso de modernización largamente aplazado, más que a una carrera armamentista entre países vecinos. Brasil fue pionero en incorporar estos sistemas, mientras Argentina optó por F-16 estadounidenses y Perú ya anticipó que seguirá el camino colombiano.
Modernización militar y autonomía estratégica en América Latina
Expertos consultados coinciden en que los recientes incrementos de gasto en defensa en Sudamérica obedecen a la urgencia de reemplazar flotas y equipos obsoletos. En el caso colombiano, los viejos Mirage y Kfir —operativos desde los años 70 y 80— ya alcanzaron su vida útil. Académicos como Vladimir Rodríguez y Alejo Vargas señalan que las fuerzas armadas de la región muestran tres patrones: países que buscan autonomía industrial como Brasil; otros que dependen de alianzas políticas cambiantes, como Argentina; y naciones como Colombia y Perú, donde prevalece la lógica del mercado global y el uso político de la necesidad de renovar capacidades básicas.
La elección del Gripen también refleja una tradición colombiana de diversificar proveedores fuera de Estados Unidos, pese a su estrecha cooperación en seguridad. Aunque Washington no impone compras, mantiene una influencia técnica clave, ya que parte de la tecnología de los Gripen —como motores y software asociado— proviene de empresas estadounidenses e israelíes. Analistas sostienen que existe un desfase entre los discursos políticos sobre alineamientos internacionales y las realidades técnicas que sostienen la defensa aérea del país.
Pese a la magnitud de estas adquisiciones, especialistas advierten que ningún país sudamericano está preparado para enfrentar conflictos convencionales de gran escala. Las capacidades de disuasión siguen orientadas a esquemas heredados del siglo XX, mientras las amenazas más relevantes hoy se concentran en el ciberespacio, el crimen organizado y el control territorial de economías ilícitas. Para algunos expertos, la discusión no se centra en si comprar o no aviones, sino en cómo equilibrar las inversiones en seguridad interna, cooperación regional y modernización tecnológica sin descuidar políticas sociales.


