Aunque los cementerios suelen asociarse al luto y al recuerdo, algunos se transforman con el tiempo en centros de leyenda, misterio y hasta superstición. Tal es el caso de la tumba de Victor Noir, un joven periodista del siglo XIX, que reposa en el célebre cementerio Père-Lachaise de París. Su sepultura se ha convertido, sin buscarlo, en un insólito santuario dedicado a la fertilidad y el amor.
Entre las tumbas de celebridades como Oscar Wilde o Jim Morrison, miles de visitantes –en su mayoría mujeres– se detienen frente a la estatua de bronce de Noir, convencidas de que besar sus labios, colocar una flor en su sombrero y acariciar su prominente entrepierna garantiza fertilidad, matrimonio o una vida sexual más plena.
¿Quién fue Victor Noir?
Detrás del mito hay una historia marcada por la tragedia. Yvan Salmon, verdadero nombre de Victor Noir, nació en 1848 en una familia modesta y se trasladó a París para dedicarse al periodismo. A los 22 años, fue asesinado a tiros por Pierre Bonaparte, primo del emperador Napoleón III, en medio de una disputa motivada por una publicación crítica en el diario La Marseillaise, donde trabajaba.
Noir fue enviado como emisario para pactar un duelo entre el editor del diario y el príncipe. Sin embargo, la situación se tornó violenta y acabó con su muerte. El hecho generó una protesta masiva: más de 100 mil personas acompañaron su féretro al cementerio de Neuilly, en repudio a lo que consideraban un crimen político impune, ya que Bonaparte fue absuelto.
Años más tarde, sus restos fueron trasladados a Père-Lachaise. Su familia encargó al escultor Jules Dalou una estatua de bronce en tamaño real, que lo representa tal como habría caído tras el disparo, con el sombrero caído a un costado... y un llamativo bulto en la entrepierna.
El mito que creció con los años
Dalou nunca explicó por qué esculpió esa zona tan notoriamente abultada, pero con el tiempo, las mujeres comenzaron a atribuirle propiedades mágicas. Surgió entonces el ritual: besar los labios de la estatua, dejar una flor en su sombrero y frotar su entrepierna para atraer fertilidad, pareja o pasión. Muchas afirman haber quedado embarazadas poco después, algunas incluso de gemelos.
La creencia se volvió tan popular que, en 2004, las autoridades decidieron cercar la tumba para evitar el desgaste del bronce. Sin embargo, la medida provocó tal indignación pública que la valla fue retirada poco después.