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Hace 5 horas

Apoyó a Donald Trump por seguridad y terminó separada de su esposo: “Creí que solo los delincuentes se irían”

Liyián Pérez, residente legal en EE. UU., apoyó las políticas de Trump sin imaginar que su familia se vería afectada por ellas.

Apoyó a Donald Trump por seguridad y terminó separada de su esposo: “Creí que solo los delincuentes se irían”

Liyián Pérez, residente legal en EE. UU., apoyó las políticas de Trump sin imaginar que su familia se vería afectada por ellas.




Liyián Pérez, una migrante cubana con estatus legal en Estados Unidos, vive uno de los momentos más dolorosos desde su llegada al país. Su esposo, Alian Méndez, fue deportado a Cuba sin previo aviso, a pesar de que ambos residían legalmente, no tenían antecedentes penales y mantenían una vida familiar estable. “Yo no me lo esperaba. Creí que solo los delincuentes se irían”, expresó entre lágrimas en un video difundido por Univisión en TikTok, en el que relató cómo se enteró de la detención una vez que ya era demasiado tarde.

“Yo confié en el sistema”

Pérez no ocultó que apoyó a Donald Trump en las últimas elecciones, creyendo que sus políticas de seguridad reforzarían la estabilidad para las familias trabajadoras. “Aposté por un liderazgo que prometía proteger a quienes cumplimos las leyes”, afirmó. Sin embargo, su percepción cambió de manera drástica tras la repentina deportación de su esposo. “Él no tuvo la oportunidad de defenderse. Ni siquiera pude despedirme. Fue algo completamente inesperado”, lamentó.

La política migratoria que vive Estados Unidos bajo la actual administración ha endurecido su enfoque, afectando incluso a quienes pensaban estar a salvo. Una de las medidas más recientes, conocida como “Project Homecoming”, propone incentivos económicos y pasajes gratuitos para quienes acepten regresar a sus países voluntariamente. No obstante, casos como el de Pérez reflejan cómo esta línea dura puede tener consecuencias devastadoras, incluso en familias que no infringieron ninguna norma.

La cubana ahora debe enfrentar la crianza de sus dos hijos sola, uno de ellos con una condición médica especial, mientras su esposo enfrenta una prohibición de entrada de diez años. “Lo que más me duele es haber creído en un discurso que prometía protegernos. Nunca imaginé que nos tocaría vivir esto”, concluyó, aún sin recibir una explicación oficial de las autoridades. Su historia es un recordatorio de que, en materia migratoria, las líneas no siempre son claras y las promesas no siempre se cumplen.


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