Un reciente hallazgo científico ha dejado perpleja a la comunidad internacional: un grupo de monos capuchinos de cara blanca (Cebus capucinus imitator), residentes en la isla deshabitada de Jicarón, Panamá, ha comenzado a secuestrar crías de mono aullador sin fines adaptativos evidentes. El comportamiento, liderado inicialmente por un ejemplar apodado “Joker”, ha sido observado desde enero de 2022 y ya ha sido imitado por varios miembros juveniles del grupo.
¿POR QUÉ LOS MONOS ESTÁN SECUESTRANDO CRÍAS AJENAS?
A diferencia de los numerosos casos documentados en la naturaleza donde hembras de distintas especies adoptan crías ajenas por instinto o vínculos sociales, este fenómeno involucra exclusivamente a machos capuchinos jóvenes. Las cámaras trampa instaladas en la isla revelaron que al menos diez crías de mono aullador fueron capturadas entre 2022 y 2023, todas en contra de su voluntad. En los registros se escuchan llamados de auxilio por parte de las crías y se observan agresiones físicas cada vez que intentan escapar.
Lamentablemente, ninguna de las crías sobrevivió más de unos días tras su secuestro.
El estudio, liderado por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, descarta motivaciones clásicas como competencia territorial, escasez de alimento o estrategias reproductivas. El entorno de Jicarón —sin depredadores, con recursos abundantes y sin rivalidad directa entre especies— no ofrece razones ecológicas claras para este tipo de conducta.
La hipótesis más probable: el aburrimiento. Investigadoras como Zoë Goldsborough y Meg Crofoot sugieren que la ausencia de retos ambientales podría estar impulsando innovaciones culturales entre los capuchinos, incluso aquellas sin beneficios evolutivos. En este caso, el secuestro de crías podría haberse propagado como una suerte de “moda social” entre machos jóvenes, similar a la transmisión de costumbres humanas.
No es la primera vez que este grupo de capuchinos sorprende a la ciencia. En 2018, fueron observados utilizando herramientas de piedra para romper frutos y conchas, una habilidad poco común fuera de los grandes simios y algunos macacos. Esta tendencia a explorar comportamientos nuevos podría ser otra expresión de su entorno privilegiado y sin amenazas.