Roma vive días de tensión, logística extrema y vigilancia total ante la muerte del papa Francisco. La ciudad ha entrado en un virtual estado de sitio por la llegada de líderes mundiales y fieles que asistirán a su funeral este sábado, mientras se prepara para el cónclave que definirá al próximo pontífice.
La basílica de San Pedro será el centro de atención mundial este sábado, cuando se celebre el funeral del papa Francisco, fallecido a los 88 años. Se espera la asistencia de entre 150 y 170 delegaciones extranjeras, incluidos jefes de Estado, casas reales europeas y figuras religiosas de todos los continentes. La masiva afluencia de fieles ha obligado a reforzar al máximo la seguridad en la capital italiana.
CONTROLES EXTREMOS
Desde el miércoles, las autoridades italianas han cerrado calles cercanas al Vaticano y activado controles de mochilas, escáneres de rayos X y patrullas permanentes. Unos 2 mil agentes custodian la zona. A esto se suma una zona de exclusión aérea operativa las 24 horas, unidades antidrones, aviones de combate listos para intervenir y francotiradores apostados en puntos clave, como la Via della Conciliazione.
Las medidas de seguridad no se levantarán tras el funeral. Roma se mantendrá bajo vigilancia reforzada durante varias semanas más, en vista del cónclave que se celebrará en mayo para elegir al nuevo papa. Las autoridades anticipan una afluencia sostenida de delegaciones eclesiásticas y diplomáticas, por lo que se han activado planes de emergencia para transporte, alojamiento y contención del flujo peatonal en zonas críticas.