Un terremoto de magnitud 6.7 remeció la tarde del martes 25 de marzo la isla sur de Nueva Zelanda, generando temor en la población pero sin causar daños mayores ni víctimas. El movimiento fue inicialmente reportado como de magnitud 7.0 por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), pero luego ajustado.
El epicentro del sismo se ubicó a unos 150 kilómetros de la costa suroeste de la isla meridional de Nueva Zelanda, a una profundidad de 10 kilómetros, según el informe del USGS. La sacudida ocurrió a las 14:43 hora local y fue percibida en diversas ciudades del sur del país, aunque con distinta intensidad. Las autoridades neozelandesas descartaron un tsunami, pero pidieron precaución por posibles corrientes fuertes en zonas costeras.
El Ministerio de Gestión de Emergencias indicó que no se espera una amenaza terrestre significativa, y pidió a la población mantener la calma. “No hay riesgo de tsunami, pero sí podrían presentarse corrientes inusuales. Pedimos a las personas en la costa mantenerse informadas”, señalaron en un comunicado oficial.
REACCIONES LOCALES Y CONTEXTO SÍSMICO DEL PAÍS
Ben Sievwright, dueño del Ziff’s Cafe en Invercargill, una de las ciudades cercanas al epicentro, relató que sintió “solo una minúscula sacudida, nada muy destacado”. La situación fue similar en otras zonas del sur, donde no se reportaron daños ni interrupciones importantes en los servicios.
Nueva Zelanda, ubicada en el llamado "Anillo de Fuego del Pacífico", experimenta miles de movimientos sísmicos al año. En 2011, un terremoto de magnitud 6.3 en Christchurch, también en la isla sur, causó la muerte de 185 personas y daños masivos, por lo que cualquier sismo de esta magnitud activa alertas inmediatas.
