La historia de Aleysha Ortiz, una joven de 19 años que se graduó con honores en Hartford Public High School (Connecticut) sin saber leer ni escribir, ha conmocionado a la opinión pública. Pese a su reconocimiento académico, Ortiz es analfabeta y hoy busca justicia a través de una demanda contra el sistema educativo que, según denuncia, ignoró su condición de dislexia y la promovió de curso sin garantizar su aprendizaje.
Desde temprana edad, Ortiz mostró dificultades para reconocer letras y sonidos, una clara señal de un trastorno de aprendizaje. En el sexto grado, su nivel de lectura era similar al de un niño de primer grado, pero la escuela no tomó medidas adecuadas para apoyarla. Aunque le asignaron una maestra de educación especial, la joven asegura que fue maltratada y ridiculizada por su docente, lo que afectó su autoestima y rendimiento escolar.
La tecnología, su única herramienta para aprender
Ante la falta de apoyo educativo, Ortiz recurrió a la tecnología para superar sus barreras de aprendizaje. Aplicaciones que convertían texto en voz y viceversa le permitieron estudiar en secundaria y redactar sus trabajos.
“Las aplicaciones me dieron una voz que nunca pensé que tuviera”, declaró en una entrevista con CNN. Ortiz grababa las clases, convertía el audio en texto y, posteriormente, utilizaba programas de lectura para comprender la información. Este esfuerzo le permitió obtener las mejores calificaciones, aunque le tomaba más tiempo que a sus compañeros completar las tareas.
Paradójicamente, gracias a estas herramientas logró ingresar a la universidad para estudiar Políticas Públicas, donde ya se matriculó en dos materias. “Soy una persona muy apasionada y me gusta aprender. Me quitaron la oportunidad de hacerlo en la escuela, pero ahora quiero aprovecharla”, expresó.
Una lucha por justicia y cambios en la educación
Cuando Ortiz llegó al grado 11, decidió alzar la voz y exigir que se evaluara su aprendizaje. Finalmente, los docentes le recomendaron hacerse una prueba de dislexia, cuyo diagnóstico confirmó su trastorno. Sin embargo, después de 12 años en el sistema educativo, la ayuda llegó demasiado tarde.
Ahora, Ortiz ha interpuesto una demanda por negligencia contra la Junta de Educación y la ciudad de Hartford, argumentando que la escuela la promovió de curso sin preocuparse por su aprendizaje real. También ha presentado una querella contra su exgestora de educación especial, Tilda Santiago, a quien acusa de haber agravado su angustia emocional.
Además de justicia, Ortiz busca una indemnización por daños y perjuicios y espera que su caso impulse reformas en el sistema educativo para que otros estudiantes con dificultades de aprendizaje no pasen por la misma situación.