América Latina ya no es la región joven que alguna vez fue. En 1950, las mujeres latinoamericanas tenían en promedio casi seis hijos, mientras que hoy la cifra ha caído a 1,8 hijos por mujer, según la CEPAL. El acceso a la educación, la incorporación femenina al mercado laboral y la disponibilidad de anticonceptivos han provocado una rápida transición demográfica. Esto ha generado preocupación sobre el impacto en la economía y las pensiones, pero también se considera un reflejo del desarrollo social.
CAÍDA ACELERADA Y DESIGUAL
La baja natalidad en América Latina se ha dado en un tiempo récord. Mientras que en Europa este proceso tomó más de un siglo, en la región ocurrió en pocas décadas. Chile tiene la tasa más baja con 1,14 hijos por mujer, mientras que Haití mantiene la más alta con 2,63. “Es una transición demográfica muy rápida, más acelerada que la de Europa”, explicó Simone Cecchini, director del CELADE, a DW.
Otro factor que caracterizó este fenómeno en la región fue la alta fecundidad adolescente, la segunda más elevada del mundo después de África. Sin embargo, en los últimos años, programas estatales y el acceso a la salud reproductiva han reducido los embarazos en menores de edad, contribuyendo aún más a la disminución de la natalidad.
DESAFÍOS DEL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL
El declive en los nacimientos trae consigo una transformación en la estructura social. Con más adultos mayores y menos jóvenes en edad productiva, el financiamiento de las pensiones y la atención a la tercera edad serán un reto creciente. “Esto supone desafíos para la economía, las políticas sociales, el sistema de salud y los cuidados de los mayores”, señaló la demógrafa Wanda Cabella.
Además, la reducción de la población infantil cambia la dinámica de las familias y la fuerza laboral. A pesar de esto, Cecchini destaca que la baja natalidad no solo es un problema, sino también un reflejo de avances sociales como la reducción de la mortalidad infantil y el empoderamiento de las mujeres.
¿FUNCIONAN LAS POLÍTICAS PARA AUMENTAR LA NATALIDAD?
Algunos países han implementado incentivos económicos para fomentar los nacimientos, pero los expertos advierten que estas medidas tienen un impacto limitado y temporal. “Las políticas pro-natalidad no suelen funcionar o solo tienen efectos a corto plazo”, afirma Cabella. En cambio, iniciativas que faciliten la conciliación entre el trabajo y la vida familiar, como licencias parentales extendidas o educación gratuita de calidad, pueden mejorar la calidad de vida sin forzar un aumento artificial de la natalidad.
Más que preocuparse por el número de nacimientos, los especialistas insisten en que los gobiernos deben centrarse en fortalecer los sistemas de salud, pensiones y educación para adaptarse a esta nueva realidad. América Latina ha cambiado y, con ella, sus desafíos y oportunidades de desarrollo.