Un tribunal del Reino Unido sentenció a siete años y medio de prisión a una mujer que mantuvo a su hija encerrada en un cajón durante los tres primeros años de su vida. La menor, descubierta en 2023 en una vivienda en el condado de Cheshire fue hallada con signos de desnutrición severa, deformidades físicas y retraso en su desarrollo.
El caso salió a la luz cuando un compañero de la madre ingresó a su casa para usar el baño y escuchó un ruido que provenía de un bebé. Intrigado, buscó la fuente del sonido y encontró a la niña en condiciones deplorables dentro de un cajón. Tras salir del lugar, alertó a las autoridades, quienes confirmaron la denuncia.
Al momento del rescate, la menor tenía cabello enredado, graves erupciones en la piel, y presentaba un desarrollo físico similar al de un bebé de 10 meses, a pesar de tener 35 meses de vida.
NEGLIGENCIA EXTREMA
Según la investigación, la progenitora, cuyo nombre no fue revelado, había ocultado la existencia de la niña a sus otros hijos y a su pareja. La pequeña nació en marzo de 2020 en una bañera y nunca fue registrada oficialmente, en un intento deliberado de mantenerla en secreto. Durante este tiempo, la mujer dejaba a la niña en el cajón mientras trabajaba o llevaba a sus otros hijos a la escuela, viéndola solo para cambiarle los pañales y alimentarla esporádicamente con una jeringa.
Cuando los médicos evaluaron a la menor tras su rescate, descubrieron que no podía caminar, gatear, hablar ni emitir sonidos comunicativos. En su lugar, realizaba movimientos repetitivos de "auto-calma", como mecerse. Además, sufría de deshidratación severa, dermatitis por pañal, abdomen hinchado, y un labio y paladar hendido sin tratar.
A pesar del grave pronóstico inicial, la niña mostró notables progresos tras ser llevada a un centro médico. En dos semanas, comenzó a vocalizar, buscar consuelo de los adultos y llorar para expresar sus necesidades. Desde entonces, ha sido sometida a dos cirugías para corregir su paladar hendido y continúa recibiendo atención médica especializada.
El juez del Tribunal de la Corona de Chester, Steven Everett, calificó el caso como una muestra de extrema crueldad. “Una niña inteligente, ahora comenzando a vivir, fue privada de todo amor y afecto durante tres años”, declaró.