Brasil ha decidido vetar la incorporación de Venezuela al grupo de los BRICS, una medida que, según el asesor presidencial para asuntos internacionales Celso Amorim, responde a un “abuso de confianza” por parte de Nicolás Maduro. La decisión ha generado una gran controversia, con Maduro calificando el veto como una “agresión” y un “gesto hostil”. Las diferencias se hicieron evidentes durante la reciente cumbre de los BRICS en Kazán, donde el líder venezolano esperaba el respaldo de sus aliados, entre ellos el presidente ruso Vladimir Putin y el mandatario chino Xi Jinping.
EL ORIGEN DEL VETO
El conflicto comenzó tras las elecciones presidenciales en Venezuela, cuando Brasil solicitó a Maduro presentar las actas electorales para respaldar su triunfo, una promesa que nunca cumplió. Según Amorim, enviado brasileño a Caracas durante los comicios, Maduro se comprometió a difundir las actas oficiales para validar su victoria. Sin embargo, semanas después, estas pruebas no se hicieron públicas y la oposición presentó documentos que mostraban una posible victoria del candidato Edmundo González, sembrando dudas sobre la legitimidad de los resultados.
La decisión de Brasil de vetar a Venezuela en los BRICS se basó en lo que describen como un “grave abuso de confianza”. Amorim enfatizó que “el problema con Venezuela no tiene que ver con la democracia, sino con el incumplimiento de una promesa”, lo cual llevó a Brasil a impedir la entrada de Venezuela en el bloque, a pesar del apoyo de países como Rusia y China.
PUTIN EXPRESA SU DESACUERDO Y PIDE DIÁLOGO
Durante la cumbre, Vladimir Putin lamentó la posición de Brasil, destacando que “Venezuela está luchando por su supervivencia”. El mandatario ruso mostró su respaldo a Maduro y pidió que se aborde la situación de forma diplomática. Putin también mencionó que Lula le pidió hablar directamente con Maduro para buscar una solución, lo cual confirma el interés de Rusia por incluir a Venezuela en los BRICS una vez se logre consenso entre todos los miembros.
El bloque de los BRICS+, que en la actualidad incluye a nueve países y suma más de 13 nuevos asociados, representa una población mundial cuatro veces mayor que la del G7. Aunque su producto interno bruto es menor que el de las mayores economías mundiales, el bloque sigue creciendo y busca consolidarse como una alternativa económica global.
