Este jueves, las calles de Ciudad de México se llenaron de pancartas y gritos de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” en conmemoración de los diez años de la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela rural de Ayotzinapa. El caso, que conmocionó a México y al mundo, se ha convertido en el símbolo de la impunidad y la crisis de derechos humanos en el país, donde se registran más de 100,000 desapariciones forzadas.
UNA DÉCADA DE LUCHA Y ESPERANZA
Desde la trágica noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, las familias de los 43 estudiantes han vivido en una búsqueda incansable por respuestas. A pesar de los esfuerzos, hasta ahora solo se han encontrado los restos de tres de los jóvenes, dejando una herida abierta en el corazón de México. En esta marcha, los padres y madres de los desaparecidos reclamaron una vez más al presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, quien había prometido esclarecer el caso durante su gestión.
Con lágrimas en los ojos y fotografías de sus hijos en las manos, los familiares recordaron que, a pesar de las promesas gubernamentales, el paradero de la mayoría de los estudiantes sigue siendo un misterio. La marcha recorrió el emblemático Paseo de la Reforma, acompañado por miles de personas que se unieron al clamor por justicia, en un país donde la violencia criminal ha cobrado más de 450,000 vidas desde 2006.
AMLO DEFIENDE SU GESTIÓN
En una carta enviada esta semana a los familiares de los desaparecidos, López Obrador defendió su trabajo en el caso, mencionando el procesamiento de 151 personas, incluidos 16 militares, y la búsqueda en cientos de lugares. “No existe ninguna prueba de que el Ejército haya participado en la desaparición de los jóvenes”, aseguró el mandatario en una conferencia de prensa el miércoles, generando reacciones mixtas entre los asistentes a la marcha.
Sin embargo, los familiares se mostraron escépticos y criticaron que, a pesar de los avances en la investigación, la verdad completa aún no ha salido a la luz. “No queremos más promesas ni cartas. Queremos a nuestros hijos de vuelta”, expresó uno de los padres, con la voz quebrada por la desesperación. Para ellos, la lucha continuará hasta que se sepa toda la verdad y los responsables enfrenten la justicia.
UN EMBLEMA DE LA IMPUNIDAD
El caso de Ayotzinapa ha trascendido como un símbolo de las desapariciones forzadas y la impunidad que azota a México. La reciente movilización no solo buscó honrar la memoria de los 43 estudiantes, sino también poner en el centro de atención las más de 100,000 desapariciones forzadas registradas en el país. Cada rostro, cada nombre, representa una historia de dolor y una demanda de justicia que sigue sin ser atendida.
Con la salida de López Obrador y la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, los familiares esperan que la nueva administración continúe con la investigación y, finalmente, les brinde las respuestas que llevan una década esperando. La marcha de este año ha demostrado que la memoria y la lucha por los 43 estudiantes sigue viva, y que México no olvidará hasta que se haga justicia.