En Noruega, una de las economías más prósperas del mundo, se está observando un fenómeno cultural inusual denominado "Scan guilt" o "escandiculpa", según explica Elisabeth Oxfeldt, académica de la Universidad de Oslo. Este término describe los sentimientos de culpa que experimentan algunos noruegos debido a su estilo de vida privilegiado en un contexto global de desigualdad.
NORUEGA: ENTRE LA RIQUEZA Y EL "ESCANDICULPA"
La riqueza del país, sustentada por la industria petrolera y del gas, ha colocado a sus ciudadanos en una posición económica envidiable, lo que ha permitido que sus jornadas laborales sean más cortas y sus derechos laborales robustos, además de ubicar a Noruega consistentemente entre los países más felices del mundo según el Informe Mundial de la Felicidad.
A pesar de estos beneficios, la riqueza noruega no está exenta de controversias. Activistas y organizaciones como Feedback Global han criticado duramente algunas prácticas económicas del país, particularmente en la industria del pescado, acusándolas de fomentar un "colonialismo alimentario" en África Occidental. Además, las perforaciones para extraer petróleo y gas han sido objeto de críticas por su impacto ambiental y su sostenibilidad a largo plazo. Børre Tosterud, inversor y hotelero jubilado, señaló la "absoluta dependencia de los ingresos del petróleo" como un modelo no sostenible.
El gobierno noruego, liderado por el primer ministro Jonas Gahr Støre desde 2021, ha respondido a estas acusaciones con su compromiso con el desarrollo de una economía verde y la implementación de medidas para un mayor uso de materias primas locales y sostenibles. Asimismo, ha enfatizado en su rol de apoyar a Europa durante la crisis energética generada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y su continua ayuda a Ucrania.
A pesar de la percepción de algunos críticos que ven las contribuciones noruegas como insuficientes frente a las ventajas económicas derivadas de la guerra, Oxfeldt y otros observadores señalan que la generosidad de Noruega en la donación a causas humanitarias ha sido grande. Además, a diferencia de lo que plantea la académica con la definición de “Scan guilt”, dijo que no ve una fuerte tendencia de sentimientos de culpa en la ciudadanía con relación a este tema en singular.