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Hace 2 meses

Un rostro, un nombre: ¿existe una conexión entre cómo nos llamamos y cómo nos vemos?

Un fascinante estudio sugiere que nuestros rostros podrían evolucionar para reflejar nuestros nombres.

Foto: IMAGO.



¿Has escuchado la expresión "tiene cara de llamarse" de cierta manera? Un reciente estudio dirigido por la Dra. Yonat Zwebner de la Universidad Reichman en Israel sugiere que esta intuición podría tener bases científicas. Publicado en la revista PNAS, el estudio muestra que nuestros rostros pueden evolucionar para adaptarse a nuestros nombres, influenciados por las expectativas sociales.

EXPERIMENTO Y SUS RESULTADOS

El equipo de investigadores, que incluía a destacados científicos de la Universidad Hebrea, diseñó experimentos para explorar esta posibilidad. En uno de ellos, pidieron a niños y adultos que emparejaran rostros con nombres en una prueba de opción múltiple. Sorprendentemente, tanto niños como adultos lograron emparejar correctamente las caras de adultos con sus nombres, superando significativamente el nivel de azar. Sin embargo, cuando se trataba de rostros de niños, los participantes no tuvieron el mismo éxito, incluso cuando las caras fueron digitalmente envejecidas.

Para profundizar en los hallazgos, los investigadores utilizaron algoritmos de aprendizaje automático en una vasta base de datos de imágenes faciales. Los resultados reflejaron los obtenidos con humanos: las caras de adultos con el mismo nombre mostraban más similitudes entre sí que aquellas con nombres diferentes. Este patrón no se observó en las caras de los niños, sugiriendo que la adaptación facial a los nombres ocurre después de la infancia.

LA PROFECÍA AUTOCUMPLIDA

Estos hallazgos sugieren una "profecía autocumplida", donde las personas internalizan las expectativas sociales asociadas a sus nombres, adaptando su apariencia con el tiempo. Esto podría incluir decisiones sobre peinados, maquillaje, gafas y expresiones faciales. Según Zwebner y su equipo, este fenómeno demuestra el poder de las construcciones sociales en moldear uno de los aspectos más personales de nuestra identidad: nuestro rostro.

Este estudio plantea preguntas fascinantes sobre la influencia de las expectativas sociales en nuestra identidad. Si nuestros nombres pueden moldear nuestros rasgos físicos, ¿qué otros aspectos de nuestra vida podrían estar influenciados por estas etiquetas sociales? Además, se requiere más investigación para determinar si estos resultados se aplican a diferentes grupos culturales y étnicos, ya que el estudio se realizó principalmente con participantes israelíes y bases de datos estadounidenses de personas caucásicas.

La próxima vez que alguien diga que "tienes cara de llamarte" de cierta manera, podrías considerar que tal vez haya más verdad en ello de lo que pensabas. Nuestros nombres podrían estar esculpiendo silenciosamente nuestros rostros a lo largo de nuestras vidas, reflejando las expectativas sociales que llevamos dentro.


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