Un terremoto de magnitud 6.2 golpeó el noroeste de China el 18 de diciembre, causando una tragedia con múltiples víctimas mortales y cientos de heridos. Las provincias afectadas, Gansu y Qinghai, han experimentado un colapso significativo de estructuras, estimándose que al menos 5.000 edificaciones se derrumbaron.
El violento temblor llevó a que muchas personas salieran a las calles para resguardarse, mientras que en algunos lugares se interrumpieron los suministros de electricidad y agua.
Las bajas temperaturas, resultado de una ola de mal tiempo excepcional, han sumido al norte de China en condiciones gélidas. Además de las operaciones de rescate, se han enviado tiendas, camas de campaña y mantas para brindar apoyo a los supervivientes.
BUSCAN SOBREVIVIENTES
A pesar de las adversas condiciones climáticas, los equipos de voluntarios y protección civil trabajan incansablemente para rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros.
La situación es aún más desafiante debido a los cortes de electricidad en numerosos lugares, afectando las operaciones de rescate y la vida diaria de los afectados.
