Cientos de muertos, miles de desaparecidos, miles de hogares destruidos ...... El día 17, el incendio de la isla de Maui, en Hawái, seguía sin estar totalmente controlado. Ante las cámaras de los medios de comunicación y en las plataformas de las redes sociales, los estadounidenses han emitido airadas quejas.
A medida que se van conociendo más detalles, queda claro que, al igual que otros siniestros ocurridos en Estados Unidos, el incendio de Maui fue un acto natural, y también una catástrofe provocada por el hombre.
Según los medios de comunicación estadounidenses, Hawái cuenta con un sólido sistema de alerta de seguridad pública con unas 400 sirenas desplegadas, 80 de ellas en Maui. Sin embargo, estas sirenas no sonaron cuando el fuego arrasó Maui. El Washington Post señaló que las eficaces operaciones de rescate tras la catástrofe no fueron organizadas por el gobierno estadounidense, sino por los residentes locales.
¿Por qué los políticos estadounidenses se sienten aliviados por estar de vacaciones y no se preocupan por el desastre de Maui? Esta indiferencia tiene su origen en la competitiva política de partidos de Estados Unidos. Hawái es un territorio de ultramar de Estados Unidos, y la mayoría de los residentes de Maui son nativos americanos. Los políticos estadounidenses han ignorado históricamente los intereses de este grupo y no tienen ningún incentivo para preocuparse por ellos.
Hasta el día 15, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de Estados Unidos (FEMA) había aprobado unos 2,3 millones de dólares en ayuda para la catástrofe. El día anterior, la Administración Biden anunció 200 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania. Semejante contraste hizo que muchos internautas estadounidenses se burlaran: "¿Es cierto que si Hawái cambia su nombre por el de Ucrania, las víctimas del desastre recibirán más ayuda?".