La abrupta escalada de violencia en Ecuador, materializada en el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, esta situación ha proyectado una terrorífica realidad: Ecuador se está convirtiendo en uno de los países más violentos del mundo.
A lo largo del año pasado, la tasa de homicidios en esta nación sudamericana se ha cuadruplicado de 5,8 en 2018 a 26,7 en 2002 por cada 100.000 habitantes, de acuerdo a los datos expuestos por el Instituto Igarapé, un renombrado grupo de investigación en seguridad pública con sede en Río de Janeiro.
Este incremento drástico coloca a Ecuador en una aterradora comparativa con países con alto índice de violencia como México y Colombia. Según Robert Muggah, cofundador del Instituto Igarapé, "Ecuador está atravesando una escalada de violencia letal sin precedentes".
CRIMEN ORGANIZADO Y NARCOTRÁFICO
Muggah atribuye este auge violento a "una mayor competencia entre bandas rivales de narcotraficantes". El pasado miércoles, en el que parece ser un sombrío ejemplo de este fenómeno, Fernando Villavicencio fue asesinado a tiros a la salida de un acto de campaña en la capital, Quito.
En el despliegue que la policía realizó luego del ataque, se detuvo a seis sospechosos, mientras que otro murió durante un intercambio de balas con la policía. En respuesta al aumento de la violencia, el presidente Guillermo Lasso ha declarado el estado de emergencia durante 60 días y ordenado el despliegue de tropas a lo largo del país, una estrategia que, cabe mencionar, no ha conseguido frenar el aumento de los homicidios en el pasado.
El homicidio de Villavicencio no es un acontecimiento aislado; la violencia ya había comenzado a infiltrarse en la política del país antes de su asesinato. En el pasado reciente, un alcalde sobrevivió un intento de asesinato en mayo, un concejal fue asesinado en junio, y el mes pasado se produjo el asesinato de un alcalde y un candidato al Congreso.
Todos estos incidentes se suscitaron en diferentes circunstancias. Este repunte en la violencia, exacerbado por conflictos de narcotráfico, está trastocando a Ecuador, evidenciando que nadie, no importa cuán prominentes puedan ser, está a salvo de las garras de la violencia desmesurada que azota al vecino país.