Han pasado tres años desde la aparición de los primeros casos mundiales de coronavirus en su territorio; sin embargo, China se enfrenta ahora a una ola de enfermos desde el levantamiento de las medidas draconianas de su política ‘Cero COVID’ el mes pasado.
Los pacientes ancianos enfermos de covid-19 -que tosen, gimen y tienen dificultad para respirar- colman los servicios de emergencia en los desbordados hospitales de Shanghái, donde la situación sanitaria es especialmente crítica.
Desde diciembre 2022, aproximadamente 70 % de la población, es decir, unos 18 millones de personas, habría contraído el virus, según los medios de comunicación oficiales.
En dos hospitales de la megalópolis, cientos de pacientes, en su mayoría ancianos, permanecen sobre camillas en medio de servicios de emergencia saturados. Muchos están conectados a perfusiones o botellas de oxígeno y bajo supervisión cardíaca.
La mayoría están envueltos con mantas, abrigos gruesos y gorros de lana. Otros reciben tratamiento fuera del edificio, en la acera, por falta de espacio.
UNA REALIDAD PREOCUPANTE
Ante la afluencia de enfermos, médicos infectados con la covid-19 siguen trabajando sin descanso, según testimonios recogidos por la AFP en hospitales de todo el país.
Las autoridades reconocen que, en la actualidad, la magnitud de la epidemia es "imposible" de determinar, ya que las pruebas de detección del coronavirus ya no son obligatorias y los datos son fragmentarios.