En Estados Unidos, tras un largo proceso e innumerables apelaciones por parte de sus abogados quienes pedían cadena perpetua, ejecutaron anoche a Corey Johnson, de 52 años, condenado a la pena capital por una serie de asesinatos.
Johnson formaba parte de una banda delincuencial que cometió, entre 1992 y 1999, una decena de asesinatos, a hombres, mujeres y niños, en la región de Richmond, en Virginia. Fue condenado por su participación en siete de ellos.
El sentenciado recibió la inyección letal en la cárcel federal de Terre-Haute, en Indiana. En su testimonio final, el reo se dirigió a las familias de las víctimas y a sus propios familiares, a quienes pidió perdón por sus terribles acciones.
La ejecución tuvo lugar pese a los reclamos de sus abogados, quienes alegaron que la inyección de pentobarbital podría causarle al reo -que acababa de salir de un cuadro de Covid-19- un sufrimiento impedido por la Constitución.