En los últimos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el secretario de estado, Mike Pompeo, han reforzado la afirmación del origen del coronavirus en un laboratorio de Wuhan, donde fue el inicio del brote desde inicios de diciembre pasado.
Esta afirmación ha provocado como era de esperar, una feroz reputación del Gobierno chino. Asimismo, el miércoles, describió la acusación como una "Muestra" destinada a reforzar las posibilidades de reelección de Trump.
La televisión estatal china señaló de "alocadas" las acusaciones y la Organización Mundial de la Salud, denunció como "Especulativas", ante la ausencia de pruebas. Sin embargo, Pompeo, precisó el miércoles que no tenía la certeza de esa culpabilidad de china, sino "evidencia significativa".
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China calificó las acusaciones como una estrategia de política para "Difamar a China" por parte de los republicanos antes de las elecciones presidenciales 2020 en Estados Unidos.
"Las estrategias republicanas recientemente expuestas muestran que se les alienta a atacar a China con el pretexto del virus", señaló el portavoz de la Cancillería, Hu Chunying.
Asimismo, los científicos hasta ahora han rechazado en gran medida las teorías de que el nuevo coronavirus fue hecho por el hombre. En febrero, 27 expertos en salud pública escribieron carta para condenar esas teorías de conspiración.