Como es bien sabido, los seres humanos somos capaces de encontrar objetos con el tacto en la oscuridad gracias a la complejidad de nuestro cerebro, que almacena información de tal manera que puede ser recuperada por diferentes sentidos. Una habilidad bastante excepcional, ya que este reconocimiento visión-tacto solo lo compartimos con simios, monos y ratas, mientras que los delfines utilizan la visión y el oído y algunos peces, la visión y el sentido eléctrico.
Pero esta hazaña cognitiva está presente en el pequeño cerebro de un insecto. Investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres y la Universidad Macquarie en Sydney han descubierto que las abejas también pueden encontrar objetos en la oscuridad que antes solo habían visto.
«Los resultados de nuestro estudio muestran que los abejorros no procesan sus sentidos como canales separados, sino que se unen como una especie de representación unificada», afirman los expertos de la Universidad Macquarie en Sydney.
Cabe señalar que esta capacidad se llama reconocimiento intermodal y nos permite percibir una imagen completa del mundo con ricas representaciones.