En Estados Unidos, una ciudadana de 29 años, tuvo un sueño emocionante y vivido, protagonizado por ella misma, su prometido y unos ''tipos malos'', en el que tuvo que tragarse su anillo de compromiso, con diamantes de 2,4 quilates, para protegerlo.
Al despertarse, se sintió aliviada de que solo fuera una pesadilla, hasta que notó que el anillo ya no estaba en su dedo. Tras darse cuenta de que, efectivamente, lo más probable era que se hubiese tragado la alianza, despertó a su novio para contarle lo ocurrido. Luego acudieron a un centro médico.
Los doctores descartaron la opción de esperar a que el anillo saliera por vía natural y remitieron a la paciente al servicio de gastroenterología, donde le practicaron una endoscopia superior y recuperaron el anillo (eso sí, se lo entregaron a su pareja, no a ella).