La Semana Santa es una de las fechas más importantes del catolicismo, pues se conmemora la vida, pasión y muerte de Jesús. Sin embargo, también se suma la resurrección de Cristo, que según la tradición regresó del mundo al tercer día de haber sido crucificado.
Este día particularmente es llamado Domingo de Resurrección, Domingo de Gloria o Pascua de Resurrección. A esta fecha se lo vincula al conejo y los huevos de Pascua, pero ¿qué relación tiene estos dos elementos con el catolicismo?
En primer lugar, el huevo era considerado por los primeros cristianos como símbolo de la Resurrección de Cristo y el inicio de una nueva vida.
Para el siglo XVII el papa Pablo V bendijo al huevo en una plegaria, presumiblemente para levantar la prohibición decretada por la Iglesia en el siglo IX de no consumirlos durante la Cuaresma porque la carne y sus derivados representan el cuerpo de Cristo y consumirlos era pecado.
Con respecto al conejo de Pascua existen varias hipótesis, una de ellas lo vinculan al renacer de la tierra, pues en el hemisferio norte, cuando iniciaba la primavera aparecían estos animales con sus crías.
Asimismo, se lo utilizaba como elemento de catequesis para ejemplificar cómo debía ser el camino del católico hacia la resurrección, pues la liebre al utilizar sus patas traseras le es fácil ascender y difícil bajar a determinados lugares y su accionar era comparado para que las personas sean reacias y no decaigan en su vida moral.
Ya con el pasar de los siglos ambos elementos cambiaron y pasaron a ser hechos de chocolate, tanto el huevo como el conejo, siendo adoptados en diversas partes del mundo católico como una manera de recordar con gozo y alegría la resurrección de Jesús. (Fuente: ACI Prensa)