Antes de arribar a Perú el 18 de enero y ser efusivamente recibido, el papa Francisco pasó por Chile, destino anterior en su gira sudamericana. Sin embargo, fue justo este hecho el que llamó la atención de muchos medios y también usuarios en las redes sociales: la diferencia era evidente.
Previo a partir hacia Lima y recibir una calurosa bienvenida, el pontífice había oficiado su tercera misa en Playa Lobito, cerca de Iquique, al norte del país sureño. El evento fue marcado por la poca asistencia de fieles: de 300 000 que se esperaba, solo acudieron 90 000.
El hecho inmediatamente fue comparado con otras imágenes más contundentes: Al momento de su salida del aeropuerto en Lima, tras su llegada al Perú, la presencia de fieles era multitudinaria. En Chile, como compartieron en las redes sociales, las calles estaban vacías.
¿Qué ocurrió?
El hecho no es casual. Chile se ha convertido en el país de Latinoamérica más hostil hacia la Iglesia Católica. Basta recordar las manifestaciones y ataques a parroquias que hicieron noticia previamente a la llegada del papa.
Hace 30 años el 80% de chilenos de declaraba católico, cifra que ha caído al 60%. Este fenómeno se ha exacerbado con los escándalos de abusos sexuales: 80 sacerdotes y religiosos católicos han sido acusados por abuso sexual en los últimos 15 años en el país.
De ese total, 45 han sido condenados, ya sea por la justicia civil o canónica. 34 de estos casos tienen como víctimas a menores. A este espinoso tema se suman otros, como la influencia católica a la hora de mantener severas restricciones legales en cuestiones sociales como el matrimonio y aborto.
El tema de los abusos se reavivó especialmente hacia el último día de su presencia en Chile. De poco valieron las excusas del pontífice y su “dolor y vergüenza”, expresados por la presencia de curas depredadores, así como haberse reunido con las víctimas.
Como se recuerda, en su última fecha en el vecino país, Francisco defendió de forma tajante a Juan Barros, obispo de Osorno, cuestionado por un supuesto encubrimiento de los abusos sexuales a menores del sacerdote Fernando Karadima.