En el pueblo de Toraja, Indonesia, cada vez que una persona muere las personas de esta localidad le preparan un ritual donde se le baña al cadáver con formol y hierbas para evitar la putrefacción.
Durante el ritual también se sacrifican bueyes porque, según la creencia del lugar, estos animales ayudan a la persona fallecida a recorrer el largo camino que le espera luego de la muerte.
Cada tres años, en el 23 de agosto, el pueblo se reúne para desenterrar a sus familiares y llevarlos a casa donde se realiza una fiesta familiar.