Con un minuto de silencio, las autoridades y miles de japoneses recordaron el sexto aniversario del terremoto y el tsunami que sacudió el noreste del país en el que 18 mil personas perdieron la vida.
Miles de pobladores recordaron aquel fatídico día, en el que las alarmas de emergencia se escucharon por el fuerte movimiento y las grandes olas de 20 metros de altura que arrazaban con todo a su paso. A esto se sumó la explosión de la planta de Fukushima, la cual ahora está convertida en un pueblo fantasma.
Pese a que las labores de limpieza continúan en el lugar, los medios para poder contaminar la planta no han sido suficientes, por ello, la población se ha negado a retornar al lugar.
Muchos de los sobrevivientes alertados por expertos sobre las enfermedades que podrían generar la radiación, han exigido al gobierno una solución. A la fecha 123 mil personas de la región continúan desplazadas por los estragos producidos y unas 40 mil siguen sin regresar a sus hogares debido a los efectos que producen la exposición a estos químicos.
Los robots y cámaras que fueron enviadas al lugar para ver el nivel de radiación y que eran una esperanza para hallar solución a esta contaminación no surgieron efecto al ser desintegradas en el lugar. A este peligro se suma el aumento de jabalíes salvajes en el lugar que ha atacado a diversas personas y que son una amenaza latente contra la población.