Se ha dicho que si el amor es complejo en el ser humano, la sexualidad lo es aún más, pero sin duda si hablamos de sexualidad en un país como Japón entramos en terrenos insospechados. Y es que gran parte de la vida en el país que conmueve con sus excentricidades, gira en torno al sexo.
Desde sus raíces conservadoras, pasando por sus problemas de natalidad, su colosal industria del sexo y la pornografía hasta expresiones culturales tan polémicas como las historietas (manga) para adultos ‘lolicon’ o el ‘Festival del pene’, la sexualidad se percibe en toda la cultura japonesa.
Por supuesto que las más disparatadas noticias que llegan del país también deben tener su cuota de sexo. Por ello, según reportan medios como Asia Wire y Daily Mail, un japonés ha muerto aplastado por su propia colección de pornografía.
De acuerdo a la publicación el solitario hombre, identificado solo como Joji, había amasado una variedad más que impresionante de revistas y demás producciones para adultos, cuyo peso alcanzó las seis toneladas que finalmente lo mataron al venírsele encima.
Trágicamente, el cuerpo no fue descubierto sino hasta después de seis meses, cuando el dueño del departamento que alquilaba decidió ingresar al ver que súbitamente había dejado de recibir el pago. La lenta y penosa muerte fue dada a conocer por un trabajador de limpieza.
Según reveló el testigo, la compañía para la que laboraba fue contratada por los familiares del fallecido para retirar ‘de forma discreta’ las revistas, de forma que nadie entre los vecinos lo notara y la así librar su nombre de la vergüenza.
Además contó que el hombre de 50 años, extrabajador de una fábrica de autos, había quedado sepultado por una pila de revistas porno. No está claro aún si la víctima sufrió un ataque cardiaco y se desplomó sobre las torres de revistas antes de que estas le cayeran, o si solo fue aplastado.
El hombre de limpieza dijo que si Joji hubiera estado consciente, de cualquier modo el papel habría ahogado sus gritos. Las revistas estaban por todos los rincones de la casa, amontonadas también en mesas y estanterías.
Incluso había recortes que el occiso había hecho de sus artículos favoritos, aparentemente con el fin de deshacerse del resto de las revistas. A pesar de sus esfuerzos, al momento de sus muerte la colección alcanzaba las seis toneladas.