En el distrito de Brisbane, en Australia, Jenna Driscoll convenció al juez de no enviarla a prisión, luego de rogarle y explicarle el estado desesperante en el que se encuentra por los actos que cometió con su perro de raza pitbull.
La pesadilla de esta mujer, de 27 años, comenzó cuando la policía la investigaba por tráfico de marihuana, en octubre de 2014. Durante la indagación encontraron en su smartphone videos de sus encuentros sexuales con su mascota.