En el juicio, la menor reveló que enero de este año su padre llegó borracho a casa y la violó. La niña guardó silencio, hasta que aceptó que su progenitor la había tocado, pero se limitó a decir que solamente fue con la mano.
La pequeña, de 13 años, al igual que sus hermanas menores duerme en el suelo y nunca ha puesto un pie en la escuela; su corta vida, desde que recuerda, la ha pasado en casa, ayudando en el aseo y cocinando.
“El delito de la muchacha fue guardar silencio, fue cómplice de lo sucedido, por no decir en su debido momento que su padre la había violado”, eso determinó el consejo tribal, por lo que fue condenada a recibir diez latigazos.
Al ser consultada por los periodistas, la muchacha dijo que era lo justo pues fue cómplice, que los latigazos eran bien merecidos y que, afortunadamente, no le dolió mucho “ya que la azotaron muy suavemente”.
Su padre Sachin Tukaram Bhise, un campesino alcohólico, fue declarado por los patriarcas de la tribu inocente, pues estaba borracho al momento de la violación y no era consciente de sus actos.