Hace cuatro años atrás, un imponente crucero de gran tamaño naufragó frente a la isla italiana de Giglio, en el mar Mediterráneo. Una maniobra arriesgada del capitán Francesco Schettino provocó que la nave chocara contra unas rocas y abriera una gigantesca vía de agua de 70 metros de longitud a lo largo del casco.
Se trataba del Costa Concordia, cuyo naufragio costó la vida de 32 personas entre pasajeros y tripulación, 64 personas resultaron heridas (tres de ellas de gravedad); y una pareja de recién casados de Corea del Sur más un tripulante italiano tuvieron que ser rescatados de debajo de la cubierta.
Sacar a flote tan grande embarcación no fue una tarea fácil por lo que se usaron tanques cargados de aire unidos a ambos lados del buque y fue puesto de nuevo en vertical y apoyado sobre un fondo artificial construido a 30 metros de profundidad. Las imágenes a continuación muestran cómo quedó el interior del crucero.