La grave crisis económica que se vive en Europa ha llevado a las mujeres rumanas a pensar en otras formas de ganar dinero y el rentable negocio del videochat erótico apareció como una atractiva opción en un país que es el más pobre de la Unión Europea.
Alexandra es una modelo que estudia Derecho y está a punto de terminar su carrera. Ella trabaja ocho horas al día conversando, a través de una computadora y una webcam, con diferentes hombres que pagan un dólar por minuto a cambio de conversaciones de contenido erótico y sexual. "Muestro que estoy interesada en lo que desean, les hago sentirse importantes, únicos, no los juzgo, solo los entiendo. Así he llegado a retener a un cliente durante diez horas sin interrupción, lo que se traduce en mucho dinero", cuenta Alexandra a Efe.
Esta muchacha de 23 años gana unos 11.000 euros mensualmente (11.886 dólares) y forma parte del top 10 mundial de modelos en este negocio. Los ingresos normales de cualquier otra trabajadora de este tipo de empresa es de 3.000 o 4.000 euros (3.242 o 4.322 dólares), en un país donde el salario medio es de 350 euros.
Se calcula que en toda Rumanía existen al menos 700 estudios de videochat erótico y juntos generan 1.000 millones de euros de beneficios al año, según datos del Ministerio de Finanzas de dicho país. "Si te implicas cuando trabajas, puedes ganar mucho dinero. Tengo una jornada de ocho horas, permiso de trabajo y pago impuestos al Estado, todo es transparente", manifiesta Alexandra, quien se queda con la mitad del dinero que paga el cliente, ya que la otra mitad es para la empresa.
Este tipo de negocio ha ganado terreno en la última década y a pesar de no ser un trabajo ‘tradicional’ no ha generado mayores escándalos en el país europeo, aunque a mediados de marzo se produjo una redada en 93 empresas de este tipo en varias ciudades, en una investigación sobre una red criminal de evasión de impuestos y lavado de dinero. "Los contratos eran legales pero se sospecha que no se han registrado todos los cuantiosos ingresos", declaró el jefe de la Policía rumana, Marius Oprea.