Los chistes atañen un alto grado de subjetividad, y es que todo depende de la idiosincrasia y costumbres de un país para conseguir las carcajadas esperados por autor.
El científico estadounidense Scott Weems, autor de “Ha!: The Science of When We Laugh and Why” tendría la explicación porqué lo que es gracioso para algunos, para otros no lo es. Sucede que mientras unos se matan de la risa con chistes de doble sentido, otros los odian.
Weems señala que hay toda una ciencia detrás de lo que nos hace reír, puesto que aunque la sorpresa y la conmoción son importantes, no son únicas características de un buen chiste, sino que más fundamental es algo a lo que él denomina como “patada del descubrimiento”.
“El humor funciona cuando la historia en primer lugar nos dirige de una manera, entonces, de repente cambia nuestras percepciones”, indica.
Ahora, en concreto, el que fue elegido como el mejor chiste del mundo fue una broma que realizó Gurpal Gosall, un psiquiatra de Manchester:
“Dos cazadores están en el bosque cuando uno de ellos se desmaya. No está respirando y sus ojos están hundidos, por lo que su amigo llama a un número de emergencia.
“¡Mi amigo está muerto! ¿Qué debo hacer?’, pregunta al operador, quien responde: “Cálmese, señor. Puedo ayudarlo. Primero, asegúrese de que su amigo esté realmente muerto”.
Hay un silencio, luego se escucha un disparo. El tipo vuelve al teléfono y dice: ‘Ok, ¿y ahora qué?’”.
¿Merece una gran carcajada? A primera vista, y sobre todo desde la subjetividad latinoamericana, este chiste parece no ser tan bueno; sin embargo si lo sería para los anglosajones, pues el investigador es de esta parte del mundo. Quizá te quedes con las carcajadas que te arrancan Melcochita, Manolo Rojas o el ‘Chato’ Barraza.
