Las pequeñas salas de cine particulares cubanas, que desde hace meses funcionaban en casas, ya no tienen lugar en la isla, pues el Gobierno ordenó hoy su cierre inmediato, ya que “nunca han sido autorizadas”. La disposición fue publicada en la prensa local.
El dispositivo también lleva la firma del Consejo de Ministros que preside Raúl Castro, y se refiere a la situación del trabajo por cuenta propia (privado), impulsado por su mandato entre las reformas para “actualizar” el modelo económico de la isla.
La nota, que apareció simultáneamente en Granma y Juventud Rebelde, los dos diarios de alcance nacional, detalla: “La exhibición cinematográfica (incluye las salas de 3D) y los juegos computacionales, cesarán de inmediato en cualquier tipo de actividad por cuenta propia”.
Además sostiene que dichas actividades, “nunca han sido autorizadas y se están desarrollando como único servicio y en ocasiones asociados a otras prestaciones, como las vinculadas a servicios gastronómicos”.
Muchas de estas salas de cine privadas, instaladas en casas o locales, funcionan con tecnología 3D, no disponible en las salas estatales y con equipo enviado desde el extranjero, por un valor que se calcula en 3,000 dólares.
Sus usuarios, generalmente niños, pagan una tarifa de entre uno y cuatro dólares. En muchos casos se incluye un refrigerio. La iniciativa estatal también habla de una prohibición anterior para la venta de ropa importada por vías no comerciales y de artículos comprados en la red comercial, utilizando licencias para otro tipo de labor.
En esos últimos dos casos, se les concede “excepcionalmente” un plazo hasta el 31 de diciembre para que liquiden sus inventarios. Los trabajadores privados en Cuba aumentaron de 157,000 en 2010 a 442,000 en la actualidad, según cifras oficiales.
Las licencias en uso comprenden cerca de 200 actividades, de las cuales el Estado quiere liberarse “para concentrarse en lo verdaderamente decisivo”.
