Tras hallarse diecisiete tumbas de hace más de cinco siglos en Polonia, con esqueletos decapitados, medios de todo el mundo pusieron especial interés a las investigaciones del descubrimiento, ya que se especuló que los restos encontrados se tratarían de vampiros.
Los arqueólogos hallaron al sureste del país europeo en la localidad de Gliwice, esqueletos con la cabeza entre las piernas, en la mano o sobre uno de los hombros, siguiendo el ritual con el que en Europa del Este se enterraba a los sospechosos vampiros, lo que generó el rumor mundial.
Sin embargo, los mismos investigadores que encontraron las tumbas explicaron que en verdad los restos pertenecen a personas que fueron víctima de “una emoción humana normal: el miedo a lo desconocido".
"Eran gente diferente, enfermos, jorobados, demasiado altos o demasiado bajos, por ejemplo; gente inocente usada como chivo expiatorio cuando llegaban amenazas como la peste”, señaló el arqueólogo Jacek Pierzak.
Asimismo, indicó que lo encontrado en la antigua tumba se trata de un ritual para evitar que el mal que presuntamente contenían esas personas volviera a la vida y que los enterrados no eran más que personas “diferentes” del resto, posiblemente con alguna discapacidad que hacía que su comunidad los mirase con recelo.
