George Rivas, de 41 años, fue ejecutado ayer en el penal de Huntsville, en Texas, Estados Unidos, con una inyección letal, convirtiéndose en el segundo latino al que se le aplica la pena máxima en esta jurisdicción.
El hispano, cuyos familiares movilizaron a cientos de personas para evitar su ejecución, había sido declarado culpable del asesinato de un policía durante un atraco a una tienda en la víspera de la navidad del año 2000, delito que cometió junto a otros seis cómplices.
El pasado 26 de enero, pese a la protesta de varias asociaciones de Derechos Humanos, el hispano Rodrigo Hernández, de 38 años de edad, fue ejecutado en cumplimiento de la condena impuesta por haber asesinado en 1994 a una mujer a la que antes violó.
El Departamento de Justicia Penal de Texas, tiene previsto para los primeros tres meses del presente año, la ejecución de seis personas, entre ellas tres hispanos.