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Jaime Bayly insinúa posible infidelidad en su matrimonio en su última columna

El autor relata cómo sus propias sospechas sobre el vínculo entre su esposa y un amigo cercano reavivaron conflictos en plena cena familiar.

Jaime Bayly insinúa posible infidelidad en su matrimonio en su última columna

El autor relata cómo sus propias sospechas sobre el vínculo entre su esposa y un amigo cercano reavivaron conflictos en plena cena familiar.




En su reciente columna publicada en El Comercio, Jaime Bayly describe un episodio que, según él, convirtió el cumpleaños de su esposa, Silvia Núñez del Arco, en “el peor día del año”. Aunque el autor suele mezclar elementos autobiográficos y ficcionales, en esta ocasión expone con claridad su inquietud respecto al estrecho vínculo entre Silvia y su profesor de karate, una relación que él mismo deja entrever como potencialmente sentimental. Bayly afirma que no le sorprendería que ambos fueran “amantes”, una frase que marca el tono del texto.

Bayly sugiere un vínculo más allá de la amistad entre Silvia y su profesor de karate

El escritor cuenta que su esposa dedicó gran parte del día a celebrar el cumpleaños del instructor, con quien mantiene una relación muy cercana y con quien realiza rutinas y presentaciones públicas de artes marciales. Según relata, la complicidad entre ambos es evidente, al punto de recibir ovaciones conjuntas en exhibiciones. En la columna, Bayly admite: “No he dicho que sean amantes, he dicho que podrían ser amantes”, una frase que recoge para explicar la conversación que sostuvo con su hija mientras esperaban a Silvia, quien llegó una hora tarde y “pasada de copas”.

El punto más tenso de la noche llegó cuando su hija reveló a su madre esos comentarios, desatando una fuerte discusión en plena cena. Bayly reconoce que incluso señaló, en un mal momento, que si él muriera, Silvia y el profesor “serán pareja y vivirán en mi casa”, comentario que también fue expuesto por su hija entre lágrimas. La reacción de Núñez del Arco fue inmediata: lo acusó de maledicencia, mientras él argumentó que solo había expuesto una posibilidad frente al evidente afecto entre los dos.

Bayly admite que esa velada terminó por fracturar el ambiente familiar. De regreso a casa, nadie habló. Al día siguiente, el silencio continuó. El escritor cierra la columna contando que decidió cancelar dos viajes familiares programados para los siguientes meses. Como es habitual en su obra, deja abierta la interpretación: lo narrado puede ser memoria, literatura o una mezcla de ambas, pero el texto sí expone, con palabras del propio autor, una sospecha clara sobre la lealtad emocional —y quizá física— de su esposa.


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