El cine de animación vivió un momento histórico en la 97.ª edición de los Premios Oscar. Contra todo pronóstico, Flow, un mundo que salvar logró imponerse en la categoría de Mejor Película de Animación, dejando atrás a grandes producciones como The Wild Robot y Del revés 2.
Una victoria inesperada
La película, dirigida por el letón Gints Zilbalodis, se ha convertido en un hito dentro de la industria del cine animado. Con un equipo reducido de apenas 20 personas y un presupuesto de 4 millones de dólares, Flow logró lo que parecía imposible: derrotar a los gigantes de la animación como Pixar, DreamWorks y Studio Ghibli.
Sin necesidad de diálogos y con una narrativa visualmente impresionante, la historia sigue la travesía de un gato que sobrevive en un mundo inundado, donde aprende a navegar y a convivir con diversas criaturas. Este enfoque minimalista y su emotivo mensaje lograron conquistar a la Academia, que premió la originalidad y la innovación de la propuesta.
Rompiendo la tradición de los Oscar
Desde hace más de una década, los premios en la categoría de Mejor Película de Animación han estado dominados por grandes estudios. Películas como Toy Story 4 (Pixar), Shrek (DreamWorks) o El viaje de Chihiro (Ghibli) han sido las favoritas en la ceremonia. Sin embargo, Flow cambió la narrativa al demostrar que una producción independiente también puede cautivar a Hollywood.
Los expertos destacan que esta victoria marca un punto de inflexión en la industria, abriendo paso a proyectos con menos presupuesto, pero con una gran carga artística y emocional. Además, su éxito en los Oscar podría impulsar la distribución de más películas independientes en plataformas de streaming y salas de cine a nivel mundial.
¿Qué sigue para ‘Flow’?
Con este triunfo, Flow se perfila como una de las películas animadas más influyentes del año. Su impacto va más allá de la premiación, ya que ha despertado el interés de productores y directores por explorar nuevas formas de contar historias sin depender de los grandes estudios.