En Francia, el Moulin Rouge acaba de cumplir 130 años, el lugar conocido como la cuna del french can-cán donde aflora el desmadre en el escenario entre gritos agudos, faldas arriba, imposibles posturas de contorsionista, donde reina la juerga. La sensualidad y el descontrol.
En octubre de 1889, cuando Joseph Oller, nacido en Terrassa (Barcelona) y emigrado a Francia de niño, abrió el local al pie de Montmartre junto su socio Charles Zidler, donde queda solo el recuerdo de la bohemia, del alcohol sin freno y las vedettes de aquel tiempo.
Pero ya no queda rastro de la Goulue ni de Jane Avril, las bailarinas que inspiraron a Toulouse-Lautrec, hoy el Moulin Rouge es un lugar ordenado donde acuden los turistas pero cuando la famosa música de Offenbach empieza a sonar por los altavoces, cuando arrancan los acordes del can-can, es como si se estableciese una conexión con este pasado remoto y mágico.