No hay duda de que la Navidad no sería lo mismo sin la típica decoración de estas fechas. Y es que hay un elemento que es infaltable en una casa en el mes de diciembre: el árbol navideño. Pero, ¿alguna vez te preguntaste qué significa esta tradición y cuál es su origen? Hoy intentaremos descubrirlo.
Si bien en la actualidad este árbol tiene un rol netamente decorativo, en la antigüedad esta costumbre estuvo ligada solo a lo divino y no necesariamente en el ámbito cristiano. Se sabe que los habitantes del norte de Europa celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, y lo hacían adornando un árbol que se colocaba en una fecha cercana a la Navidad cristiana.
El árbol tenía el nombre de Idrasil (Árbol del Universo), en su copa se hallaba la morada de los dioses y en las raíces profundas se encontraba el reino de los muertos. Pero fue cuando los primeros cristianos llegaron a territorios nórdicos que notaron esta singular tradición y decidieron adoptarla para celebrar el nacimiento de Cristo, pero cambiándole totalmente el significado.
Alrededor del año 740, San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó un roble y lo reemplazó por un pino, el símbolo del amor eterno de Dios. Fue adornado con manzanas (que para los cristianos representan las tentaciones) y velas (que simbolizaban la luz del mundo y la gracia divina) y se convirtió en símbolo de la vida eterna. Además, su forma de triángulo representaba a la Santísima Trinidad.
La costumbre de adornar árboles para dar la bienvenida a la época navideña se arraigó en Alemania y en los países escandinavos en el siglo XVII y fue llevada hasta Gran Bretaña y el resto de Europa en el siglo XVIII y posteriormente llegaría a América.