Es un confeso enemigo del mar, la arena, y el sol, pero aún así asumió el reto de convertirse en salvavidas por un día en el balneario de Agua Dulce, capturando más de un sonrisa, y ayudando a los pequeños bañistas a reencontrarse con sus padres.
Esta es la crónica de Luis Carlos Burneo en un domingo de playa.