La noche del 16 de julio de 1992, Sendero Luminoso hizo estallar dos coche bomba cargados con 500 kilos de dinamita en la calle Tarata de Miraflores. El atentado ocasionó la muerte de 25 personas y dejó 155 heridos.
Vanessa era tan solo una niña de 5 años cuando jugaba muy cerca al lugar del atentado. Ella perdió una pierna por el terrorífico estallido.
Angélica Jiménez, gestante de 5 meses en ese entonces, estaba con su pequeño hijo de dos años en su departamento del edificio central de la calle Tarata cuando fue alcanzada por la explosión.
LO QUE PIDEN LAS VÍCTIMAS
Ambas sobrevivientes cuestionan el tibio pronunciamiento oficial de parte del Gobierno tras la muerte de Abimael Guzmán. Asimismo, coinciden en que no debe construirse una tumba en memoria del mayor genocida en la historia del Perú.
Además, las dos víctimas dicen que se debe hacer mayor hincapié en el tema de la educación para no olvidar los nefastos actos terroristas que ensangrentaron al país, pues puede haber muerto Abimael Guzmán, pero su ideología aún persiste.