Cuando todo el mundo futbolero veía a la selección argentina como la gran favorita al título, el impredecible fútbol de hoy congeló esos pensamientos, gambeteó las predicciones y enfiló hacia otros rumbos. Tras un debut pobre ante Bolivia, con el empate 1-1 en la helada noche de La Plata, el futuro de Argentina se oscureció aún un poco más.
Otro empate con gusto a derrota (por producción, elaboración y nombres) frente a Colombia, en otra mala animación del equipo de Batista en la gélida oscuridad de Santa Fe, con reprobación, insultos y silbidos por parte de los espectadores, esos mismos que antes del torneo avivaban su ilusión de volver a ganar la Copa América tras 18 años de sequía.
El empate de ayer convierte a esta Selección en una de las peores en cuanto a arranques en la Copa. Fue en 1979 cuando Argentina sacó cero puntos de cuatro posibles (cuando todavía los triunfos cotizaban dos unidades). Primero perdió con Bolivia 2-1 en el estadio Hernando Siles de La Paz. Luego, cayó ante Brasil. Fue también 2-1, en el mítico estadio Maracaná.
Aquella vez el torneo tuvo tres grupos de tres equipos cada uno, donde jugaban todos contra todos en partidos de ida y vuelta. Argentina, finalizó en la última posición. En Buenos Aires (Vélez y River, respectivamente), venció a Bolivia 3-0 e igualó con Brasil 2-2.
Con el nuevo formato de Copa América (nombre del torneo, sede fija y grupos), sí es el peor arranque de la Selección. Jamás sacó dos empates seguidos en los dos primeros juegos.
La crisis engorda aún más teniendo en cuenta el hecho de ser locales y los nombres que ofrece el plantel de Sergio Batista, que no encuentra respuestas en la cancha y no aporta soluciones con los cambios (en su mayoría equivocados) cuando mira al banco de los suplentes.
El paupérrimo y deslucido rendimiento ante Bolivia se agudizó en el Brigadier Estanislao López, donde la gente no llegó a soportar siquiera hasta el pitazo final del brasileño Salvio Fagundes. Parece mentira que no rinda Lionel Messi y que el rombo que se forme al lado de él sea sólo de camisetas rivales. Que sus socios de ataque, Carlos Tevez y Ezequiel Lavezzi, sean sombras regando la cancha de choque y piques sin destinos ni objetivos.
Que la defensa sea un concierto de desaciertos y que el medio sea un pase y siga, cuando Batista dispones de tres volantes centrales. Argentina quedó a la deriva, pero tiene la tranquilidad, al menos por ahora, de que en el pasado otro equipo argentino lo hizo peor. Claro, jugando de visitante y sin los nombres rutilantes de ahora.
(Fuente: Agencias)