Ya han pasado poco más de 5 años desde que Salvador Cabañas fue víctima de un lamentable ataque que cambió su vida completamente. La madrugada del 25 de enero de 2010, el ex delantero del América de México se encontraba en un club nocturno junto a su esposa y después de una confusa discusión terminó recibiendo un disparo en la cabeza. Su vida dio un tremendo giro en sólo segundos.
El incidente dejó secuelas en el jugador que no le permitieron volver a la actividad, a pesar de sus múltiples intentos. Y es que después de más de un año de recuperación, probó suerte en algunos clubes que le dieron la mano en ese mal momento que vivía.
Primero estuvo en ‘General Caballero’ de Paraguay y luego en ‘12 de Octubre’, pero este último decidió no inscribirlo en la última temporada debido a su mal estado físico. También pasó por el ‘Tanabi’ brasileño, equipo de la cuarta división de Sao Paulo. Sin embargo, en ninguno de los clubes mencionados le fue bien.
En la actualidad, con 34 años, Cabañas reside en Itauguá, cerca a Asunción en Paraguay, donde intenta sobrevivir ayudando en la panadería de sus padres. Este nuevo trabajo implica que el recordado goleador de la selección paraguaya tenga que despertarse a las 4 de la mañana para una dura jornada laboral, algo que jamás imaginó cuando estuvo en la cima de su carrera.
Por otro lado, el 'Mariscal' se encuentra en una batalla judicial para tratar de recuperar el dinero de la indemnización por la rescisión de su contrato con el club América, que, según su abogado, desapareció de su cuenta. El goleador también se siente defraudado por su ex esposa a quien también acusa de dejarlo en la quiebra.
El año pasado se habló de que un posible retorno al fútbol mexicano con el equipo Murciélagos FC de la segunda división, pero por lo pronto se mantiene en Paraguay con su familia, donde su relación con el fútbol es prácticamente nula. Si bien el ex delantero se encuentra fuera de peligro, aún tiene secuelas que, al parecer, perdurarán por siempre. Ni qué decir del daño psicológico después de todo lo vivido.
