El templo maya Aguada Fénix, recientemente revelado tras su descubrimiento mediante sensores remotos, es el sitio arquitectónico más grande y antiguo conocido de la civilización maya. Localizado en el sureste de México, el complejo fue construido hace 3 mil 50 años, alrededor del año 1 000 a.C., y estuvo en uso durante unos 300 años. Su estructura monumental, más grande que ciudades como Tikal y Teotihuacán, está formada por una vasta plataforma de tierra, calzadas, canales y corredores, aunque carece de las clásicas pirámides de piedra.
La importancia de este sitio radica en su diseño, que parece representar cómo los mayas concebían el universo. Según Takeshi Inomata, autor principal del estudio, Aguada Fénix puede interpretarse como un “modelo del cosmos”, basado en un patrón cruciforme.
NUEVA COMPRENSIÓN DEL TIEMPO MAYA
El centro de Aguada Fénix contiene una gran plataforma rectangular elevada, capaz de albergar a más de 1 000 personas, con dos avenidas principales que se cruzan en una forma de cruz. Esta organización espacial no solo tenía un propósito funcional, sino que también reflejaba el orden cósmico de los mayas. En el centro de la plataforma, se encontró un pozo de forma cruciforme que albergaba valiosos artefactos de jade, alineados con las direcciones cardinales: azul al norte, verde al este y amarillo al sur, con una posible referencia al oeste.
Los arqueólogos sugieren que este sitio pudo haber servido como lugar de reuniones rituales, especialmente durante fechas clave del calendario maya, como el 17 de octubre y el 24 de febrero.
UNA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA
A diferencia de otros monumentos mesoamericanos, Aguada Fénix no muestra evidencias claras de una jerarquía social, como estatuas de gobernantes o palacios. Según Inomata, las excavaciones y los estudios de LiDAR sugieren que la construcción fue un esfuerzo colectivo, llevado a cabo por voluntarios en lugar de trabajo forzado.
Las viviendas encontradas en el sitio no indican que fuera habitado de forma permanente por una élite, sino que probablemente se utilizaba como un centro de reunión durante la estación seca. Los arqueólogos también estiman que más de 1 000 personas participaron en la construcción, que abarcó varios años, con trabajos que incluyeron la creación de canales y el movimiento de grandes cantidades de tierra.
Este hallazgo es un avance significativo en el entendimiento de los primeros desarrollos de la civilización maya, una época que aún permanece poco comprendida. Stephen Houston, profesor de antropología, señala que este descubrimiento permite ver la construcción de grandes obras en un contexto de relativa igualdad social, desafiando las ideas convencionales sobre la organización jerárquica en las sociedades antiguas. Aguada Fénix no solo es una maravilla arquitectónica, sino un testimonio de la profunda conexión entre los mayas y los ciclos cósmicos que marcaron su vida cotidiana.


