Octubre es la temporada perfecta para preparar y compartir el turrón de Doña Pepa, un dulce que combina tradición, paciencia y sabor. Aunque hoy se comercializa durante todo el año, la receta original conserva detalles que lo hacen único.
La preparación que marcó época
En 1955, el diario El Comercio publicó una receta tradicional que se volvió referencia. Para la masa se usaban harina, manteca, yemas de huevo, anís y un toque de salmuera. Las varillas resultantes se horneaban o freían y luego se unían con miel de chancaca, azúcar, canela, clavo de olor y un ligero toque de vinagre. Décadas después, la cocinera Teresa Ocampo difundió su propia versión, en la que incluyó leche, mantequilla y hierbas como toronjil y hierba luisa, además de jugos cítricos para dar frescura.
La decoración final, con grageas, pepelmas y confites, convirtió al turrón en un espectáculo visual además de gastronómico. Prepararlo implicaba paciencia y dedicación, lo que lo transformó en una muestra de cariño en los hogares peruanos.
Hoy, aunque la producción industrial lo ha vuelto más accesible, la esencia de su preparación permanece. Hacerlo en casa durante octubre sigue siendo un ritual que une generaciones y mantiene vivo el legado de Doña Pepa.