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Así se gestó el turrón de Doña Pepa, entre fe y mestizaje

Conoce la historia de la esclava afrodescendiente que recuperó la salud y ofreció el postre al Cristo de Pachacamilla.

Imagen de 1952 que ilustraba una crónica de ese año sobre el origen del turrón. Foto: El Comercio



Cada mes de octubre, Lima revive una de sus tradiciones más dulces: el turrón de Doña Pepa. Sus grageas multicolores, su aroma de miel y anís y su estrecho vínculo con la procesión del Señor de los Milagros lo han convertido en símbolo inseparable del mes morado. Pero su origen aún genera debate entre investigadores y devotos.

Entre España y el Perú

Los turrones tienen un origen morisco. Durante siglos se preparaban en España con miel y frutos secos, alcanzando gran fama en regiones como Jijona y Alicante. Con la llegada de los españoles al Perú, la receta se adaptó con productos locales y surgieron nuevas versiones, como los turrones de café, de rosa o de yema, que pronto se integraron a la repostería criolla.

Tres Josefas en la historia

La creación del turrón de Doña Pepa se atribuye a tres mujeres distintas. Una versión señala a Josefa, cocinera limeña experta en guisos, que ideó un turrón especial con harina, manteca y miel. Otra historia apunta a Josefa Marmanillo, esclava afrodescendiente de Cañete que, tras recuperar la movilidad de sus brazos gracias al Cristo de Pachacamilla, ofreció el postre en señal de gratitud. Finalmente, un registro hallado por Antolín Bedoya Villacorta en el Archivo del Ministerio de Hacienda identifica a Josefa Piérola, mulata liberta que regentaba una pastelería en Lima en 1880.

En el siglo XIX, el turrón se popularizó durante las procesiones. Los vendedores ambulantes lo ofrecían con el pregón “¡Los buenos turrones de Doña Pepa!”, convirtiéndolo en parte de la devoción colectiva.

Más adelante, pasteleros como Lorenzo Cubillas y Diego A. Huertas continuaron elaborándolo en diferentes locales del Centro de Lima. El dulce pasó así de una tradición familiar a un producto de venta pública en los días del Señor de los Milagros.

El dulce que acompaña al mes morado

En la década de 1930, anuncios en diarios promocionaban el turrón en pastelerías como la Bonbonniere y Bejarano. Su venta era limitada a octubre y los precios oscilaban entre 5 y 10 soles por caja, reforzando su carácter especial.

Hoy, aunque puede encontrarse durante todo el año, el turrón de Doña Pepa conserva su lugar de honor en octubre. Su historia combina fe, herencia cultural y tradición limeña, consolidándose como un emblema de la gastronomía peruana.


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