Una expedición arqueológica en Vilcabamba, en la sierra sur del Perú, ha revelado lo que podrían ser las legendarias minas de plata incaicas mencionadas en antiguos relatos coloniales. El descubrimiento, liderado por Miguel Gutiérrez Garitano, podría reescribir capítulos clave de la historia minera y espiritual del país.
CERRO COMBALLA: ENTRE LA MINERÍA Y LO SAGRADO
En el monte Comballa, ubicado a 4.700 metros de altitud, los arqueólogos hallaron restos de minas, poblaciones incaicas y españolas, caminos ancestrales y estructuras que sugieren que esta elevación fue considerada un apu o montaña sagrada. Se cree que el lugar corresponde a la ciudad inca de Oncoy y a la Villa Rica de Argete, núcleo administrativo colonial.
La Sociedad Geográfica Española, organizadora de la expedición, considera que el Comballa sería el cerro platífero de Guamani y Guamanapi, una fuente minera que alimentó las fundiciones del Cuzco y Lima durante el virreinato, con destino a España, México y China.
RESTOS PREINCAICOS Y FORTIFICACIONES EN USHNUYOC
Además del hallazgo en Comballa, la expedición se extendió hasta el valle de Ushnuyoc, donde se localizaron cementerios, fortificaciones y poblados que datan del Período Intermedio Tardío (1000-1450 d.C.). Entre los vestigios destaca la necrópolis de Quishuarpampa y el asentamiento fortificado de Chungi Loma.
Los trabajos continúan en marcha y los investigadores no descartan que estén ante “un descubrimiento extraordinario” que revelaría cómo los incas y luego los colonos españoles explotaron estratégicamente esta región remota de los Andes.