Cultura

Hace un año

¿Sabía que Machu Picchu no fue el lugar más sagrado para los Incas?

Pese a que Machu Picchu hoy es uno de los atractivos turísticos más importantes que tiene el país, no fue catalogado como el más sagrado por los Incas.

Foto: Andina.



La ciudadela Inca, famosa a nivel internacional pues ha sido elegida una de las siete maravillas del mundo, es uno de los vestigios más importantes del Imperio Inca que atrae a miles de turistas año tras año, sin embargo, no habría sido el espacio más sagrado del mundo incaico.

Tanto Machu Picchu, con sus terrazas escalonadas y centros ceremoniales, o Pachacamac, escenario de uno de los encuentros más importantes entre incas y conquistadores, son parte importante de la misma cultura Inca, sin embargo, existe un punto donde la religión y la historia se mezclan para revelar aspectos desconocidos que resaltan la complejidad y riqueza de esta civilización antigua.

LUGAR MÁS SAGRADO

El Tahuantinsuyo tuvo una sociedad muy influyente y desarrollada en el mundo precolombino, durante su expansión, entre los siglos XII y XVI, antes de la llegada de los conquistadores, tuvo una organización estatal avanzada, con logros notables en su arquitectura y una extensa red de caminos que cruzaban las cordilleras.

Los Incas daban gran importancia a sus creencias espirituales y veneraban diversos lugares sagrados o huacas. Dos de los sitios de gran importancia son Pachacamac y el Coricancha, según el historiados del canal YouTube ‘La biblioteca de Merlín’. Pero, de estos dos, el Coricancha era un templo dedicado al culto del Sol y era considerado el lugar más sagrado del imperio incaico, incluso, por encima de Machu Picchu.

LA TRANSFORMACIÓN DEL CORICANCHA

Este templo sagrado sufrió una notable mejoría durante el mandato del inca Pachacútec, quien inició una ambiciosa remodelación del templo. De acuerdo al historiador por medio de su canal de YouTube, Pedro Cieza de León describió al Coricancha de la siguiente manera: “las paredes estaban hechas de una piedra finamente labrada y en la parte superior tenían una especie de borde de oro. Las puertas y las portadas también estaban cubiertas de oro y las cuatro casas que se encontraban en este lugar, también poseían una recubierta de este magnífico metal”.

De acuerdo al cronista Juan Santa Cruz Pachacuti, el Coricancha no solo era grandemente reconocido por su importancia histórica y religiosa, sino que era comparado a un trofeo de guerra, lo que simboliza tanto el resultado de conflictos como un medio para establecer la paz entre conquistadores y conquistados.


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