Estrenarán documental con vida de camarógrafo que grabó hambruna de Etiopía
Considerado uno de los periodistas gráficos más importantes de África, Mohamed Amin, el primer cámara que mostró al mundo la hambruna de Etiopía en 1984 y que murió a bordo de un avión secuestrado en 1996, ha sido retratado en Mo&Me (Mo y yo), un documental que llega esta semana a Europa.
Considerado uno de los periodistas gráficos más importantes de África, Mohamed Amin, el primer cámara que mostró al mundo la hambruna de Etiopía en 1984 y que murió a bordo de un avión secuestrado en 1996, ha sido retratado en Mo&Me (Mo y yo), un documental que llega esta semana a Europa.
Protagonizado por su hijo Salim, el filme de 90 minutos, que se exhibe en París el día 13 y en Londres el 16 de este mes, es un recorrido por los logros profesionales de Amin, conocido por todos como Mo, pero también muestra su lado más humano y sus debilidades.
"Era un hombre muy motivado y con gran determinación. No se detenía ante nada y nunca reconocía un error", afirma Salim Amin en una entrevista con agencia EFE en su despacho de Nairobi.
Dirigida por Roger Mills y Murad Rayani, la película recibió el pasado miércoles el Gran Premio del Jurado al Mejor Documental en el Festival Internacional Independiente de Cine y Video de Nueva York y también ha sido premiada en Los Angeles y en el Festival de Cine y Vídeo de Estados Unidos.
Nacido en 1943 en el seno de una familia pobre de inmigrantes de la India -su padre fue uno de los trabajadores que construyeron el ferrocarril entre Kenia y Uganda- Mo se abrió camino como fotógrafo y cámara de televisión en la turbulenta década de los sesenta, cuando muchos países africanos, tras la independencia, vivieron golpes de Estado y fueron pieza de juego de la guerra fría.
Las primeras imágenes con las que alcanzó notoriedad mostraban maniobras soviéticas en la isla de Zanzíbar y a raíz de ellas fue detenido y torturado durante 28 días.
Tuvo acceso privilegiado al dictador ugandés Idi Amin, pero fueron las famélicas caras de la hambruna de Etiopía, que Mo cubrió para la BBC, las que le lanzaron a la fama internacional y desencadenaron la mayor respuesta solidaria vista hasta entonces.
En el despacho de Salim todavía cuelga el disco de platino que logró la canción We Are The World, así como fotos de su padre junto a Bob Geldof, promotor del famoso concierto Live Aid.
"Por sus fuentes y su capacidad de acceso logró aquellas imágenes, que tuvieron un enorme impacto y aun hoy cuando las miras sientes un puñetazo en el estómago", dice su hijo.
Etiopía continuaría marcando la vida de Mo, que perdió el brazo izquierdo en una explosión cuando cubría en 1991 la toma de Adis Abeba por los rebeldes que expulsaron al dictador Mengistu Haile Mariam.
Decidido a no permitir que la falta de un brazo acabara con su carrera, Mo obtuvo una prótesis eléctrica y no sólo siguió trabajando sino que logró conectar su cámara a la misma, que así le hacía el servicio adicional de funcionar como batería permanente.
En el personal viaje de Salim caben tanto la admiración por los logros de su padre como la constatación de sus defectos.
"Para mí era importante mostrarle como persona", afirma.
Obsesionado por su trabajo, Mo apenas paraba en casa, según su viuda Dolly; se levantaba a las dos de la mañana para trabajar; se comunicaba con su familia y empleados a través de notas manuscritas y para Salim era un héroe, a la vez que un padre ausente.
"A pesar de su carácter despiadado, he encontrado mucho respeto y cariño hacia él de la gente con la que trabajó", cuenta Salim, que incluso entrevista en el documental al piloto superviviente del malogrado vuelo ET-961, secuestrado el 23 de noviembre de 1996 cuando hacía el trayecto de Adis Abeba a Nairobi.
Los secuestradores exigieron ir a Australia y no permitieron un aterrizaje de emergencia cuando el avión se estaba quedando sin combustible, por lo que finalmente el piloto posó el aparato en una playa de Comoras pero la aeronave se destrozó y en el accidente murieron 123 de los 175 pasajeros a bordo, incluido Mo.
Incluso antes de hallar su cadáver, su socio Duncan Willetts recuerda tener la certeza de que había muerto. "Si no, hubiéramos sabido de él. Su trabajo era contar la noticia y estaba en medio de la noticia del día". Quienes conocían a Mo piensan que, incluso herido, se las habría arreglado para fotografiar la tragedia.
(Agencias)