Día de la Felicidad: ¿Qué tan felices somos los peruanos?
Este martes 20 celebramos el Día Internacional de la Felicidad ¿Pero, es posible en medio de la delicada coyuntura en que vivimos?
Este martes 20 celebramos el Día Internacional de la Felicidad ¿Pero, es posible en medio de la delicada coyuntura en que vivimos?
Para nadie que haya vivido en carne propia la alucinante experiencia de ser peruano, es un secreto que la felicidad es una de nuestras principales armas para sobrevivir el día a día. Uno que, desde el principio de nuestra historia, ha estado lleno de conflictos, injusticias, fracasos y tragedias.
Lo mismo pasa en América Latina y tiene su lógica: ante una realidad adversa, celebrar las pequeñas victorias es más que una virtud, una estrategia evolutiva. “Hay que reírse en la cara de nuestra impotencia frente a las fuerzas de la naturaleza, o volverse loco”, decía Charles Chaplin.
“Latinoamérica es la región más feliz del mundo, mientras que Estados Unidos, algunas zonas de Europa y el África subsahariana están entre las más infelices del planeta”, señala a El Comercio Jorge Yamamoto, psicólogo social y profesor en la Universidad Católica.
“Según nuestros estudios, Huancayo es la ciudad más feliz del país y Cusco la menos feliz”, apunta. La clave estaría en ciertas características de la cultura wanka, como una autoestima adecuada (una persona que está feliz con lo que es, sabe de dónde viene y no se siente menos que nadie).
“El huancaíno es una persona que chambea duro y es reconocido por eso; es una sociedad meritocrática, en donde si trabajas, eres bien visto, vengas de donde vengas”, señala Yamamoto en base a la investigación que realizó en 2011.
“Se insertan en la modernidad sin olvidar sus costumbres. Además, es una sociedad que sabe celebrar mucho. Trabajan duro pero también juerguean duro, sin que esto signifique que se cometan excesos”. Otra es la realidad en el sur andino, en Cusco y algunas zonas de Ayacucho.
Allí se registró bajos indicadores de bienestar relacionados con la jerarquía de dichas sociedades, ende sí importa mucho el apellido, el abolengo o los orígenes de la persona. Contrario al ideario popular, parece que la raíz de la felicidad está en el Perú profundo y lejos de las grandes urbes.
“Encontramos que en algunas caletas de pescadores y en algunas comunidades andinas, la felicidad era tan plena, porque el cerebro estaba en sintonía con la naturaleza, que ni se preguntaban por la felicidad, porque eran naturalmente felices”, acota el experto.
Según el Reporte Mundial de la Felicidad 2018, publicado la semana pasada en Roma, Italia, el Perú se encuentra en el puesto 65 en el Ránking de la Felicidad, de un total de 156 países. Finlandia se encuentra en el primer lugar, y en el triste final, Burundi.
Las políticas de los países nórdicos enfocadas al bienestar humano han logrado que estos destaquen en el top 10 (Noruega, Dinamarca, Islandia, Suecia), aunque también figuran Suiza, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda y Australia. La región de África se encuentra de último.
El informe fue preparado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y otras instituciones dedicadas a la investigación en este campo. Se mide aquí el el ‘bienestar subjetivo’, que evalúan los mismos encuestados, además del ingreso, salud, seguridad social, etc.
Durante este último periodo, nuestro país cayó dos puntos en la lista, cifra pequeña comparada a casos como el de Venezuela, el más infeliz de Latinoamérica, que ha caído 30 puestos (102) respecto al último sondeo. Es tan grave el desplome que superó a Siria y Yemen, países en guerra.
Aún así, a nivel regional Latinoamérica es de los lugares con mayores niveles de felicidad reportados. Para Mariano Rojas, autor del capítulo que trata sobre esta parte del mundo, la felicidad aquí “podría ser mucho mayor” si nuestros problemas se resolvieran apropiadamente.
El secreto aquí radicaría en la propensión que tenemos a apoyarnos en la familia y en los amigos cuando tenemos problemas, algo que se ha vuelto cada vez menos probable en las sociedades occidentales del primer mundo.
Aunque hoy con los avances científicos se podría crear una ‘felicidad artificial’, estimulando ciertas zonas del cerebro, esto no sería correcto. “La felicidad es un potente indicador emocional de cómo está avanzando tu vida según tus metas. Y por eso la infelicidad es importantísima…”, dice Yamamoto.
Es que la infelicidad se encarga de marcar cuando la vida “se está desviando de una debida adaptación”. Para el experto la felicidad, más que un bien supremo a buscar puede ser un termómetro (cuando se es infeliz) para hacer cambios a tiempo.
En tanto, el humor se mantiene como una herramienta infalible a la que seguimos recurriendo los peruanos para llevar a cuestas nuestra complicada coyuntura. Claro que también nos sirven momentos como la clasificación peruana a Rusia 2018, que hoy disfrutamos a flor de piel.
“Así como la clasificación de la selección fue un momento de felicidad para los peruanos, necesitamos un proyecto nacional para la búsqueda de la felicidad”, apunta el catedrático. Ello también pasa por un cambio integral de los vicios y defectos de nuestra sociedad.
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